Entre semana y temporadas bajas la actividad se reduce muchisimo y la economía pasa por momentos díficiles, las oportunidades de trabajo dentro de la isla son escasas y la gente se dedica además de su trabajo a los momentos de ocio.
Dos actividades sobresalen entre las demás, una es la música, y la fiesta y otra el fútbol, las tardes de Santa Ana, son, para lo jóvenes, un espacio de reunión al lado de la chancha en cemento que han construido en el sector llamado la "urbanización". Allí varios equipos se juntan aleatoriamente para entrar a jugar en la cancha, cada anotación significa el cambio de equipo y por ello la pasión de cada gol es suficiente para despertar enfados, gritos, abrazos, alegrías.
Los equipos van mutando sus integrantes durante la tarde, y al final juegan todos con todos. Existe un ambiente de camaradería muy difícil de permear para quien no hace parte del grupo. Es la cortesía de alguno de ellos la que abre la puerta de las fotografías; le pido que pose para la foto y el vincula a sus amigos, haciendo de la fotografía un premio a los equipos ganadores. Al final de la tarde se contaron las fotos y se descubrieron aquellos que nunca ganaron
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